La abstracción de lo humano

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«Una excelente manera de terminar con ese espíritu que genera crueldad es pensando de una manera empática, buscando comprender el punto de vista del otro, en lugar de juzgarlo. Con este simple gesto ya has dado un paso hacia la persona en sí misma, sin buscar tus fines o deseos, sino comprendiéndola como ella es.»

Por Natalie Despot

Twitter: @Natdespot

La idea que tenemos de la pureza de la infancia se empaña cuando observamos a niños que pueden llegar a ser muy crueles con otros en cierta fase de su desarrollo. El problema del bullying es cada día más alarmante para la sociedad. Podemos dar cuenta de muchas “causas” de ese comportamiento, sin embargo, cuando captamos la auténtica causa de la crueldad, también estamos obligados a reconocer lo fácil que es caer en ella.

Hace algunas décadas el filósofo Gabriel Marcel acuñó el término “el espíritu de abstracción” para referirse a la práctica de concebir a las personas como funciones y no en su cualidad de seres humanos. ¿Te suena conocida esta práctica? Probablemente sí, ya que se ha presentado a lo largo de la historia. Recordemos que hace tan sólo unas décadas Hitler convenció a un montón de alemanes de concebir a un segmento de su población como “judíos”, abstrayendo de ellos su identidad humana, logrando así el exterminio de 6 millones de ellos (por no hablar de un millón de gitanos que también murieron por la misma razón).

¿Crees que en la actualidad esta práctica está erradicada? Piensa en las veces que nos molestamos con los telemarketers por llamarnos a casa, o con los conductores de la carretera que nos niegan el paso: ¿pensaste o trataste a esas personas según su dignidad humana? Estos son sólo algunos ejemplos de cómo cada uno de nosotros somos frecuentemente víctimas del espíritu de abstracción.

Nos gusta conectarnos con personas que comparten características similares a las nuestras para sentirnos cómodos y seguros, pero el costo, en mi opinión, puede resultar muy alto: llegar a la sutil creencia en la superioridad de nuestro grupo y promover la abstracción de cualquier otra persona que pertenece a otro grupo.

¿Qué tan seguido piensas más allá de la función que tu pareja juega en tu vida, en cuanto él o ella como un ser humano pleno, con derechos, necesidades y deseos que pueden existir sin relación a ti? Observa con qué frecuencia abstraes a los otros en el curso del día. Por ejemplo, cuando ves a la señora que vende en la tienda, ¿qué tanto la tomas como ser humano y te preguntas sobre su salud, su familia, esperanzas o sueños? ¿Cuántas veces miras a los demás sin enjuiciarlos, sin buscar algo a cambio, y los tomas tales y como son?

Una excelente manera de terminar con ese espíritu que genera crueldad es pensando de una manera empática, buscando comprender el punto de vista del otro, en lugar de juzgarlo. Con este simple gesto ya has dado un paso hacia la persona en sí misma, sin buscar tus fines o deseos, sino comprendiéndola como ella es. Es muy importante reconocer que todas las personas tienen una razón para hacer lo que hacen. Puede no parecerte una buena razón (y puede que no lo sea en realidad), pero nadie actúa de una manera que le parezca irracional. Por eso antes de juzgar a alguien, trata de entender sus razones. Con esto ya das un paso hacia la empatía, y te alejas del espíritu de la abstracción.

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