Un diálogo sobre la muerte

Por: Regina Oviedo

Twitter: @oh_regina

 Como los seres finitos que reconocemos ser, sabemos que la muerte llegará algún día y es algo natural tratar de evadirla. Es normal que nuestro fin se vea anunciado continuamente, por ejemplo, cuando nos enfermamos o cuando nos vemos heridos de alguna manera, nos damos cuenta de lo frágil que es nuestra vida y tomamos medicamentos para salir del problema.  Nuestro instinto de supervivencia es evidente ante tales casos y por eso la muerte nos parece tan temible.

Curiosamente a lo largo de la historia muchas culturas han visto y siguen viendo un bien mayor al morir que aquél que tenemos mientras vivimos. Todas coinciden en que esto se da por las limitaciones de nuestra realidad material, en donde nuestro conocimiento se encuentra restringido y necesitamos liberar nuestra parte espiritual, ya que ésta tiene mucho mayor alcance.

Platón, en su diálogo titulado Fedón, muestra la importancia de la muerte una vez habiéndola entendido como la “separación del alma del cuerpo”, ya que la comunidad de cuerpo y alma es un estado imperfecto. El cuerpo busca sus placeres propios, tiene sus padecimientos y conoce imperfectamente, pues sólo con los sentidos no podemos llegar a conocer lo que las cosas verdaderamente son. Por tanto, todo lo que implique dedicarle demasiado tiempo al cuerpo Platón lo menosprecia, incluso lo que nos ayuda a sobrevivir como comer, tomar, dormir, etc., ya que nos quita mucho tiempo que podríamos aprovechar para cultivar el alma. Los placeres del cuerpo son impuros, pero cuando hablamos de los placeres del alma Platón los llama puros, pues buscan de la virtud.

La separación del cuerpo y alma implica una purificación y esto se da por medio de la búsqueda de la sabiduría, la cual no se puede alcanzar mientras el alma esté en comunidad con el cuerpo. Por lo tanto, toda persona ha de desear la muerte para lograr su purificación.

El hecho de que la muerte ayude a purificar al alma no implica que el suicidio sea válido, ya que según Platón, nosotros no somos principio de nuestra propia vida. Además, según Platón, el estado del alma, sujeta a un cuerpo imperfecto, es resultado de un castigo que sufre el alma por alguna mala acción, de modo que cometer suicidio no liberaría al alma, sino que la condenaría aún más, pues es un acto injusto, y si te atrapan al haberte escapado de una condena, el castigo es mayor.

La muerte trae consigo el máximo grado de purificación del alma, pero en vida también se puede ir perfeccionando el alma. Cuando se supera un reto, en este caso superar las limitaciones de la materialidad, te perfeccionas.

Con lo que podemos ver que Platón nos muestra en este diálogo que no hay que tenerle miedo a la muerte, sino más bien recibirla como algo positivo, pues nos trae una perfección, al mismo tiempo que aceptamos nuestra materialidad temporal. Tenerle miedo a la muerte es una limitación ya que, por las constantes demostraciones de nuestra finitud, pasamos a tener miedo a la vida también.

Cuando comprendemos la muerte como nos la explica Platón podemos tener una noción de vida diferente y entender que, aunque el cuerpo es importante en su nivel, hay cosas que valen más la pena. Buscar nuestro perfeccionamiento en el alma antes que en el cuerpo nos puede alejar de lo superficial y mostrarnos las ventajas que podemos obtener de centrarnos en otro tipo de cosas que pueden resultar más relevantes como lo son el conocimiento y la virtud.

2 comentarios en “Un diálogo sobre la muerte

    1. Según Regina Oviedo cuerpo y alma sí son cosas distintas que, para que un ser sea vivo, deben existir en comunidad. Por otra parte, aunque no estoy de acuerdo en todo con Platón, creo que buscar la perfección del alma (psiqué) es una de las cosas más importantes por hacer, ya que, aunque cuerpo y alma tengan límites, hay más límites en el cuerpo y, además, somos más tendentes a caer en superficialidades. No niego que el cuerpo sea importante, como principio de conocimiento es esencial, pero creo que el alma debe de ser cultivada con insistencia ya que en ella están partes importantes del hombre como lo son el conocimiento y la virtud.

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