El Círculo de Deming y la mejora continua

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Por: Ana Belén Díaz
Twitter: @anabee2

“No hay hombre bueno que no pueda ser mejor, ni hombre malo que no pueda ser peor.” —Felipe II de España

Las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida nos han forjado como la persona que somos ahora; las que tomemos ahora marcarán lo que seremos.

¿Pero cómo queremos ser? Sólo hay dos opciones: o somos mejores o somos peores de lo que somos ahora. Podemos decir que todos tenemos la misma escalera en la vida, pero unos la utilizan para subir y otros para bajar. Esto se verá reflejado en cualquier tarea que emprenda el ser humano.

Como hemos mencionado en diferentes ocasiones, las empresas están formadas por su personal, así que si el personal mejora, la empresa también lo hace. Es por ello que los estudiosos se dan a la tarea de crear métodos para lograr esta mejora continua. En este post me quiero enfocar en el Ciclo Deming, un método muy completo que puede emplearse tanto en la vida personal como en la empresarial. Está conformado por cuatro pasos sencillos que nos llevan por un camino de mejoramiento, evitando retrocesos innecesarios.

El círculo de Deming también es conocido como el PDCA, por las siglas en inglés de sus pasos: plan, do, correct, act (planificar, hacer, verificar, actuar). Es importante realizar el círculo completo y repetirlo infinitamente.

Planificar

Los líderes de nuestras empresas son los pilotos del avión llamado empresa; si no planifican a dónde van nunca podrán llevar la nave a su destino, por buenos que sean. En este punto es necesario conocer nuestros objetivos (alcanzables, medibles y claros) para enfocar todos nuestros recursos hacia esa meta. Necesitamos saber lo que nos puede afectar para minimizar el riesgo y lo que nos puede beneficiar para aprovecharlo.

Saber jerarquizar las prioridades nos permite descubrir y elegir los puntos que requieren la mejora de manera más urgente; generalmente se empieza por aquellos que le dan más valor a un proceso.

Hacer

La única forma de llegar a la meta es dando el primer paso. Una vez hecha la planeación hay que pasar de lo teórico a lo práctico, del papel a la acción.

Saber qué, cómo, cuándo y quién, nos ayuda a hacer las cosas. Cuando no contestamos estas preguntas las acciones se quedan en sólo buenas intenciones. Las fechas límite nos darán la idea del tiempo estimado de implementación y de este modo podremos medir el avance.

Buscar métodos para cuantificar la mejora nos presenta un panorama de ésta y constituye la base sobre la cual evaluar qué tan apegados al plan vamos. Para esto podemos usar encuestas, indicadores de calidad, análisis financieros, etc.

Verificar

Una vez que ya se está realizando lo planeado y se ha dado un tiempo para poder sacar evidencias, es momento de evaluar qué tan cerca estamos de los objetivos planteados, cuánto nos hemos desviado y por qué. Documentar lo bueno y lo malo que se ha logrado nos dará la pauta para ver qué se debe mantener y qué se puede mejorar

Si no verificamos lo que hacemos nos quedaremos estancados en la rutina y no avanzaremos; el propósito de implementar algo es nos sirva, si no lo hace se quita.

Actuar

Si ya tenemos evidencia de lo que hay que mejorar, es momento de hacer un nuevo PDCA y empezar de una vez más el círculo de mejoramiento. Éste es el punto ideal para recibir retroalimentación, en el que hay que aceptar y utilizar las sugerencias para mejorar.

Si las empresas no mejoran terminarán rezagadas en relación a su competencia. La disciplina para mantenerse en constante movimiento es lo que logrará que nuestras empresas crezcan.

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